Los datos proceden de la encuesta anual National Health Interview Survey (NHIS), que recoge el Centro Americano para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés).
Esto ha permitido obtener datos de 25.640 personas con información sobre indicadores de salud, hábitos de consumo y de compra. Aquí se incluyó la información relativa a la lectura de la información nutricional de alimentos en supermercados y la frecuencia en la que lo realizaban.
"Primero analizamos cuál es el perfil de las personas que leen el etiquetado nutricional en el momento de la compra de alimentos y, posteriormente, su relación con el peso de los individuos", explica María Loureiro, autora principal del estudio que publica la revista Agricultural Economics.
Así, el IMC de las consumidoras que leen estas etiquetas es 1,49 puntos menor que el de las que no lo hacen nunca. Esto supone una reducción de peso de 3,91 kg para una mujer estadounidense con 1,62 cm de altura y 74 kg de peso.
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