Según una investigadora del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), Judith Wurtman, existe una relación entre los alimentos que ingerimos y nuestro estado de ánimo.
De esta manera, las proteínas contenidas en los huevos, la carne o el pescado aportan a nuestro cerebro tirosina, que es un aminoácido que aumenta la producción de dopamina y noradrenalina, neurotransmisores que mantienen la mente concentrada, productiva y más alerta. Si ingerimos estas proteínas en menor medida, caen los niveles de este aminoácido y sufrimos apatía y falta de motivación.
Por otra parte, la ingesta de hidratos de carbono, a diferencia de las proteínas, producen un efecto relajante. Se trata de alimentos como patatas, pasta, arroz, miel, frutos secos, plátanos... Estos alimentos producen una liberación de insulina, que "limpia" casi totalmente nuestra sangre de aminoácidos menos el triptófano, que ejerce un efecto calmante. Este aminoácido es la materia prima que usa el cerebro para producir serotonina, neurotranmisor del bienestar y que reduce el dolor y el apetito y aumenta la facilidad para conciliar el sueño.
También nos advierte la investigadora de que al tomar carbohidratos y proteínas en un mismo plato, este efecto es anulado.
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