La ingesta
de carne cruda aumenta el riesgo de intoxicación alimentaria por la unión entre
una cepa de E.coli y un ácido que absorbe el organismo a través de este
alimento- -La carne cruda es uno de los alimentos que mayores controles
requiere: los animales de los que procede, como vacas y corderos, sufren
enfermedades que pueden trasmitirse a las personas. Entre las bacterias que
vulneran su seguridad se encuentra Escherichia coli, una de las más comunes en
el tubo digestivo de los animales de sangre caliente. Pese a que su presencia
en el intestino de las personas ayuda a absorber los nutrientes, se han descrito
algunas cepas con capacidad patogénica. Una de ellas es la que produce la
toxina Shiga, a la que un estudio realizado por expertos de la Universidad de
California atribuye capacidad para causar intoxicación alimentaria.
Aunque la
mayoría de las cepas de E.coli son inocuas y su presencia es habitual tanto en
el tracto intestinal de los animales como de las personas, no todas contribuyen
de igual forma a la salud; algunas la ponen en peligro. Y en la mayoría de los
casos el contacto con la bacteria se produce a través del consumo de carne
cruda, una práctica que aumenta las posibilidades de sufrir una intoxicación
alimentaria ya que, además de tratarse de un alimento que puede contaminarse
con agentes patógenos para el ser humano, su ausencia de tratamiento deja
abiertas las puertas a que estos sean ingeridos. Por el contrario, si se crean
condiciones adecuadas, como una cocción o una fritura adecuadas, es posible
eliminar los microorganismos de riesgo.
A estos
peligros descritos hasta ahora se le añade uno nuevo, del que se acaba de hacer
eco la revista "Nature". La nueva investigación parte de la toxina
Shiga, una de las cepas de E.coli que se encuentra de forma frecuente en el
intestino de animales bovinos sanos y otros animales de granja y que se asocia
a casos esporádicos de diarrea o colitis hemorrágica. En condiciones normales,
esta bacteria llega a la carne por contaminación con materia fecal durante el
proceso de manipulación, lo que convierte a la carne picada en una de las de
mayor riesgo por sus particularidades de procesamiento. El estudio californiano
da cuenta ahora de la capacidad de esta toxina de "engancharse" a una
molécula presente en la superficie de las células intestinales que llega al
intestino humano a través de la ingesta de carne de ternera o cerdo.
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