La gula es
otro de los muchos trastornos de la conducta alimentaria, un mal hábito en el
que se busca el placer ocasionado por comer. Es un hecho médico irrefutable,
porque al comer se liberan los neurotransmisores llamados “endorfinas”, que nos
hacen sentir bien y tranquilos.
La gula por
lo tanto es una sobreingesta compulsiva. La persona experimenta ataques
repentinos de glotonería en los que come excesivamente alimentos con alto
contenido calórico y que suelen estar prohibidos para una dieta. Después de
este ataque de glotonería aparece una fase de restricción alimentaría en la que
baja la energía vital y se siente la necesidad imperiosa de comer. Una vez que
se inicia otra sobreingesta, disminuye la ansiedad, el estado de ánimo mejora,
el individuo reconoce que el patrón alimenticio no es correcto y se siente
culpable por la falta de control. Pero comer libremente tiene consecuencias.
Comer es un
placer en el que disfrutamos de los alimentos, pero tenemos que volver a
aprender a comer, reordenar nuestros hábitos y modificar gradualmente nuestro
estilo de vida. Un hábito que puede controlarse aprendiendo a comer mejor es la
mejor forma de cuidar nuestra salud para prevenir y evitar enfermedades como la
diabetes, la hipertensión, los infartos, várices, reflujo, gastritis, hernia
hiatal, colitis, estreñimiento, síndrome metabólico o metabolismo lento,
sobrepeso y obesidad.
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